
La sociedad necesita regularse, trazar normas y límites
que no se deben traspasar y corregir con mano firme a quien no respete estos
convenios. Habrá quien pida el ojo por ojo y quien abogue por el indulto o la
falacia de la reinserción; quien ampute las manos del ladrón o ahorque al homosexual;
allá cada cual con las reglas que diseña y acepta. No son más que códigos de mera
aplicación mecánica: a este acto aquél castigo. Ya vendrá después, como apunté
al principio, quien quiera hundir un agravante, suavizar un atenuante o diluir
un eximente. De acuerdo, me lo trago, acepto que hay mil tonos de gris. Pero el
negro es siempre negro. Negro absoluto.
Quien mata a sangre fría o viola a su semejante ¿mantiene
unos derechos que ha quebrado en la carne de sus víctimas? Mi opinión
es clara al respecto y cuando las normas de las que nos dotamos permiten que un
cruel asesino, un sádico violador o el más abyecto hijo de la gran puta se
beneficie aunque sólo sea de un puñado de minutos de libertad que no merece es que algo
falla.
Se me ve el plumero, lo sé. Y seguro que quien de leyes
entienda verá una blasfemia en mis palabras. Pero yo solo sé de sentido común,
de que no se puede consentir que una hija de puta (¿me estoy repitiendo?)
responsable de la muerte de 24 inocentes y condenada a 3.828 años de cárcel esté
hoy caminando por la calle quizás a escasos metros de mis hijos. Sólo sé que un
desecho como el Rafita, responsable
de violar a una pobre disminuida y atropellarla después hasta la muerte, esté hoy
conduciendo tal vez por las mismas carreteras que mi mujer o mis sobrinas. Un
cabrón que es detenido recurrentemente por su reincidencia en el delito y que esta
mierda de justicia (no merece una J mayúscula) también reincide en su estulticia
de dejarlo suelto.
No creo en la reinserción
de quien nunca ha estado dentro de la sociedad, de aquél que no se ha
arrepentido de infligir tanto dolor. No creo que el que satisface sus deseos en
la inocente carne de un niño merezca la libertad, que quien profana a una mujer
deba pisar una calle. Las segundas oportunidades y el perdón sólo en algunos
casos de gris… pero el negro es negro, negro absoluto.
